Orando por lo que más importa
Muchas de nuestras oraciones parecen listas de compras. No hay nada malo en acercarnos a Dios para pedirle cosas personales y ayuda en ciertos momentos para ciertas necesidades (Mt.6:11 / Mt.7:7-11). Sin embargo, la oración debe crecer a un nivel que esté alineada con el corazón de Dios, con Sus propósitos y Su voluntad, y con el cumplimiento de la Misión de Dios (Hch.4:29-31 / Ef.1:16-23 / Ef.3:14-21).
“En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera. Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.” Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno” (Hch.4:27-31) NVI
Una parte importante en la vida de la iglesia desde sus comienzos fue definitivamente la oración (Hch.2:42):
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- La iglesia nació en un ambiente de oración y expectativa divina (Hch.1:14).
- En medio de la persecución, la oración fue un recurso de gran poder. En el ambiente de la oración comunitaria todos vuelven a ser llenos del poder del Espíritu Santo y son empoderados para predicar la Palabra con valentía (Hch.4:31).
- Los líderes estimaban la oración como muy fundamental y como componente esencial en su ministerio y para ver avanzar los asuntos del Reino de Dios. (Hch.6:4).
- Los líderes de la iglesia en Antioquía tenían la costumbre de reunirse para tener tiempos extensos de oración y adoración. En el ambiente de adoración y oración (ministración a Dios), la iglesia de Antioquía escucha la voz de Dios y envía a dos hombres guerreros a los campos de cosecha (Hch.13:1-3).
- La iglesia es constantemente animada a orar, especialmente al enfrentar dificultades (Rom.12:12 / Filp.4:6-7).
- La oración de todos por todos fue siempre un elemento clave en la vida de la iglesia —especialmente para mantenerse alerta frente a los peligros espirituales y para hacer avanzar la obra de Dios (Ef.6:18-20 / Rom.15:30 / 2Cor.1:11 / Col.4:2-3 / Mt. 9:36-38 / 2 Tes.3:1 / Heb.13:18-19).
- La iglesia se edifica orando en el Espíritu (Jud.1:20 / Rom.8:26-27 / 1 Cor.14:15 / Ef.6:18).
- La oración y la adoración son la expresión de una relación viva y constante con Dios. La respuesta apropiada de un corazón lleno del Espíritu Santo es la adoración al Dios creador del cielo y la tierra (Hch.13:1-3 / Hch.16:25).
¿Cómo orar de manera eficaz?
Muchas de nuestras oraciones parecen listas de compras. No hay nada malo en acercarnos a Dios para pedirle cosas personales y ayuda en ciertos momentos para ciertas necesidades (Mt.6:11 / Mt.7:7-11). Sin embargo, la oración debe crecer a un nivel que esté alineada con el corazón de Dios, con Sus propósitos y Su voluntad, y con el cumplimiento de la Misión de Dios (Hch.4:29-31 / Ef.1:16-23 / Ef.3:14-21). Aprender a orar estratégicamente para hacer avanzar el Reino de Dios es clave —la iglesia en el libro de los Hechos y las oraciones del apóstol Pablo nos enseñan esto.
‘Hágase Tu voluntad’
En un momento crucial, de mucho estrés y de gran relevancia en la historia, Jesús ora al Padre y dice: “Ahora Mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré?: Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica Tu nombre” (Jn.12:27-28) NBLA – (Mt.26:38-39 / Heb.5:7).
En momentos de angustia es ‘lógico’ pensar en una oración que pida el rescate y el alivio pronto del dolor, del estrés, del peligro y de la adversidad. Sin embargo, Jesús, en tiempos de mucha angustia, procede inmediatamente a alinear su oración con la voluntad y el propósito de Su Padre (Jn.12:27-28).
Jesús no pone su necesidad al frente, sino el nombre de Dios Padre y Sus propósitos. Él quiere que Dios reciba la gloria final en este proceso. Mientras Jesús pasaba por los momentos más oscuros de su vida terrenal, Dios Padre estaba completando la obra de salvación para toda la humanidad. En la hora más oscura de la estancia de Jesús sobre la tierra, el velo en el templo se rasgó y el camino al Padre fue liberado. ¿Cuál hubiera sido el resultado si Jesús no hubiera ido a la cruz?
Jesús les enseñó a los discípulos, como también nos enseña a nosotros, a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea Tu nombre. —”Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mt.6:9-10) NBLA.
Orar de acuerdo con la voluntad de Dios nos lleva a orar con confianza y nos asegura una respuesta de Dios (1Jn.5:14-15 / 1Jn.3:22). La lectura de la Biblia es esencial para conocer la voluntad de Dios. Por eso podemos decir que una parte clave para orar bíblicamente tiene que ver con aceptar la Palabra de Dios (Jn.15:7 / Jos.1:8), entender los tiempos y lo que Dios quiere hacer en cada situación (1Cron.12:32 / Mt.16:3 / Lc.12:56-57).
La oración de Elías
Elías no oró por capricho para que dejase de llover por un tiempo. Elías entendió los tiempos; conocía el corazón de Dios y lo que había dicho. Además, entendía lo que Dios iba a hacer en ese momento y circunstancias, no usando versículos aislados ni malinterpretados. Es entonces que este hombre común y corriente ora con autoridad, una autoridad no basada en títulos, trasfondos familiares especiales o palabras bonitas, sino basada en la voluntad de Dios para ese momento (Stg.5:16-18 / 1 Re.16:30-31,34 / 1 Re.17:1 / 1Re.18:18,42-45).
Elías, un hombre justo que aprendió a vivir en la presencia de Dios, oró de acuerdo con la Palabra de Dios pidiendo que Dios actuara de acuerdo con lo que había dicho, aunque eso no fuera siempre popular (Dt.11:16-17). Elías buscaba un propósito más alto —que la gente que se había apartado de Dios se arrepintiera y volviera a Dios. El volver a Dios era para Israel más necesario que tener una gran cosecha. Lea también acerca de Daniel en Dn.9:1-19 / Neh.1. —¿qué es lo que más les importó a estos hombres cuando oraban?
La oración enfocada en la Misión
Nuestras oraciones deben ir más allá de un enfoque meramente centrado en las necesidades personales, en el aquí y ahora, en la conservación del statu quo o en la bendición inmediata. Las oraciones deben crecer a un nivel más alto, a un nivel estratégico generado por una perspectiva eterna; ellas deben enfocarse en la Misión de Dios y su avance. Nunca debemos olvidar que Dios puede y quiere hacer más que solamente proveer para las necesidades actuales (2Re.3:5-18 / 1 Re.3:11-13 / 1 Re.17:13 / Ef.3:20 / Is.49:6 / Mt.6:31-34 / Jn.6:27).
En Hch.4:23-31 leemos acerca de la oración de los cristianos en un momento difícil. Primero, ellos reconocen que una situación difícil es algo que sí les puede ocurrir a los cristianos fieles —reconocen la soberanía de Dios en los hechos vividos. Sin embargo, el enfoque de su petición es en favor de la Misión. Ellos no oraron por un alivio de la persecución; tampoco oraron por la seguridad personal y familiar; tampoco oraron por provisión económica, sino por el avance del Reino de Dios. Es verdad que podemos orar por cosas personales, pero no limitemos el potencial de impacto.
El apóstol Pablo y sus oraciones
En este orden de ideas, es bueno estudiar las oraciones del apóstol Pablo. El apóstol oraba por las iglesias y lo hacía enfocado en la Misión (Ef.1:15-23 / Ef.3:14-21 / Fil.1:3-11 / Col.1:3-14). Me parece muy interesante que lo que muchas veces es nuestro enfoque en las oraciones, no lo encontramos en las oraciones del apóstol. Él se encontraba en la prisión y seguro tenía muchas necesidades materiales. Sin embargo, no oró por liberación de la prisión, por dinero, por salud, por una larga vida o por otros temas materiales.
Pero, ¿no fue él quien nos dice que podemos orar por todo y expresarle a Dios todas las preocupaciones y necesidades (Filp.4:6-7)? Claro que sí. Sin embargo, notamos que las prioridades y la visión de la vida y de la eternidad del apóstol eran diferentes —él vivía y ministraba enfocado en el futuro y en lo trascendental (Filp.3:7-11). Los asuntos eternos preocupaban más al apóstol que lo pasajero de esta vida. Sus ojos estaban enfocados en la eternidad, en lo espiritual: “Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor” (Filp.1:21). ¿Cuánto nos preocupan los asuntos del Reino de Dios, la salvación de la gente, el cambio a la imagen de Dios, el conocer a Dios, el avance de Su Misión? “Así que no se preocupen diciendo: ’¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos vestiremos?’ Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (Mt.6:31-34) NVI. Oremos por aquellas cosas que son más importantes.
“Aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de Sus discípulos: ‘Señor, enséñanos a orar,…’” (Lc.11:1) NBLA
Reflexión
[1] ¿Cuál es la lección más importante que ha aprendido al estudiar este mensaje?
[2] ¿Cuál es el área en su vida que requiere ahora de trabajo, de cambios, de atención? Sea específico.
[3] ¿Qué pasos específicos va a dar para aplicar las lecciones aprendidas durante este mensaje? ¿Cuándo lo hará?
[4] Concluya sus reflexiones anotando una declaración de compromiso:
[5] ¿Cómo puede orar la iglesia (el grupo) por usted considerando las lecciones que aprendió?
Mis apuntes
El partimiento del pan (Hch.2:42)
El tema del partimiento del pan en Hechos 2 está al mismo nivel que la doctrina, la comunión de los unos con los otros y la oración. La iglesia en el libro de los Hechos no perdía la perspectiva y la razón de su existencia: La salvación a través de Jesucristo. Al celebrar la “Cena del Señor” recordaba la iglesia las bases doctrinales del Evangelio (1 Corintios 15:1-8) y reconocía que se reunía alrededor de Jesús, el autor y consumador de la fe cristiana, y quien nos anima a permanecer firmes (Hebreos 12:1-3).
La comunión fraternal (Hch.2:42)
En los primeros días de la iglesia primitiva, la comunión fraternal no era solo un sueño o un rito religioso, sino una forma de vida arraigada en el corazón de los creyentes. En el libro de los Hechos, se describe cómo aquellos que aceptaron la palabra de Dios fueron bautizados y se unieron en comunidad, perseverando en la doctrina de los apóstoles, compartiendo el pan y participando en la oración (Hechos 2:41-42).
Cuando veo la Cruz (Colosenses 1:19-20)
“Pues a Dios, en toda su plenitud, le agradó vivir en Cristo y, por medio de él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra por medio de la sangre de Cristo en la cruz” (Col.1:19-20) NTV.