Una ley, o su ausencia, no soluciona el problema de fondo
(Mt.15:17-20)
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos”
(Mt.15:19-20) NTV.
“¿No se dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa en la letrina? Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos” (Mt.15:17-20) NTV.
Hoy día se escucha de la mucha corrupción, del desorden en la sociedad y del declive de valores, que se vive en todos los niveles de la sociedad. La inmoralidad, los abusos, la violencia, el irrespeto a la vida, la tiranía, la mentira y el engaño son pan de cada día. No hay mucho discernimiento entre el mal y el bien. Los valores están distorsionados (Hebr.5:14 / 1Cor.2:14-15 / 1Re.3:9,11 / Is.5:20).
No importa el nivel de educación que tenga la gente o de qué grupo social venga; todos, de una u otra manera, no pasamos el examen. Algunos proponen como solución que se hagan leyes aún más fuertes para limitar o hacer desaparecer la corrupción. Otros recomiendan como solución la legalización de ciertos asuntos como el uso de las drogas, el aborto y la eutanasia. La realidad es que ninguna ley, no importando cuán buena sea, va a ser suficiente para resolver el problema de fondo que tenemos los humanos. Tampoco ayuda el no tener reglas contra las cuales podemos chocar. El pueblo de Israel en los tiempos de los jueces frecuentemente hacía lo que le parecía bien, no había quien gobernara con justicia, no se tenían en cuenta las leyes de Dios y terminaban experimentando desorden y tiempos difíciles (Juec.2:10-14 / Juec.3:7).
Las leyes, si son las correctas basadas en una cosmovisión judeocristiana, para administrar justicia y orden, son necesarias para limitar el avance del mal en una nación (Rom.13:1-7 / 1Pe.2:13-17). Sin embargo, ellas solas no cambian el corazón de los humanos. Las leyes religiosas tampoco lo hacen. Ellas más bien revelan que tenemos un problema de fondo (Rom.7).
El apóstol Pablo dice de sí mismo y en relación con el cumplimiento de las leyes divinas: “Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado . . . Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; . . . Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo” (Rom.7:14.16.18) NVI.
El problema de los humanos no radica en las leyes. El desorden que creamos y tenemos tampoco radica necesariamente en los factores exteriores que nos rodean, en el sistema político, tampoco en sí somos pobres o ricos, hombre o mujer. La Biblia nos dice que la fuente de todos los males radica en un corazón alejado de Dios y de Sus valores, en un corazón dañado y corrompido, que no quiere rendir cuentas a Su Creador y que es esclavo del pecado, siendo además incapaz de cumplir los mandamientos de Dios por sus propios medios. (Lea con detenimiento las siguientes citas bíblicas: Mt.15:10-20 / Gn.6:5 / Prov.4:23 / Prov.22:15 / Jer.17:9 / Rom.3:10-19 / Rom.7:18 / Rom.8:7-8 / Gal.5:19-21 / Ef.2:1-3 / Tit.3:2-6).
Un árbol malo no puede producir buenos frutos (Mt.7:16-20 / Mt.12:34). Si el árbol es bueno, va a producir buenos frutos (Mt.12:33 / Lc.6:43-44). La Palabra de Dios hace entender claramente que los frutos que una persona produce en su vida, dependen de las raíces. La Biblia nos dice: ‘del corazón mana la vida’ (Rom.11:16 / Stg.1:14-15 / Stg.3:12 / Prov.4:23). Del estado del corazón depende todo (Tit.1:15). Isaías nos dice que el corazón del humano es, por naturaleza, extremadamente engañoso y perverso —ahí encontramos la raíz del problema (Is.17:9 / Gn.6:5). El corazón es el asiento de las emociones, actitudes, pensamientos y voluntad; allí tomamos las decisiones.
Jesús enseña que la raíz o fuente de nuestra vida es el corazón. Del corazón es que salen las diferentes cosas que se manifiestan en la vida (Mt.15:17-20 / Mt.12:34). Dios le dio al hombre el potencial para dar buenos frutos en su vida, pero en algún momento dado, algo pasó y los frutos que el hombre produce ahora son malos (Is.5:2-4 / Jer.2:21 / Gn.3).
El escritor de Hebreos hace un llamado serio cuando nos dice que hay gran peligro si dejamos de recibir la gracia de Dios —esto nos expone a que lo malo en el corazón brote libremente y nos termine dañando la vida. Al rechazar la gracia de Dios nos tornamos en los señores de nuestra vida decidiendo lo que es bueno y malo y entonces elaboramos nuestras propias reglas y valores (Hebr.12:15 / Hebr.3:12 / Hebr.10:23-35 / Gn.3). Cuando una persona insiste en rechazar la gracia, la obra y el Señorío de Dios en su vida, llega el momento cuando Dios los deja a la deriva para que hagan lo que su corazón rebelde les dicte. Sin embargo, el final es desastroso (Rom.1:24 / Ef.4:18 / Hebr.3:8,10,12,15).
¿Cuál es entonces la solución? El corazón debe experimentar un cambio radical, se tiene que convertir, tiene que ser renovado, tiene que nacer de nuevo (1Pe.1:23 / Ef.2:1-3 / Ef.4:23-24 / Col.3:9-10 / Is.55:7 / Hch.8:22 / Tit.3:2-6). Solamente con la intervención de Dios es que una fuente amarga puede ser cambiada en una fuente de agua dulce. Dios pondrá Su ley en nuestros corazones, y estas llegan a ser el motor que nos impulsa a vivir de manera diferente (Ex.15:22-25 / 2Re.2:19-22 / Ez.11:19-20 / Ez.36:26-27 / Dt.30:6 / Jer.31:33 / 2Cor.5:17 / Gal.6:15 / Ef.4:23).
La solución de fondo no se da al tratar de arreglar comportamientos externos con más o diferentes leyes (tampoco nos ayudan más las leyes religiosas – lea Mt.15:1-20). Y tratar de usar nuestras propias fuerzas para cumplir las leyes tampoco lleva al éxito. Tampoco hay solución al tratar de cumplir algunos rituales religiosos y seguir teniendo un corazón lleno de intenciones malas, pensamientos inmundos (Lc.18:9-14 / Lc.11:42 / Mt.23:14-15,23-26). El secreto está en un corazón cambiado por el poder de Dios (Rom.2:29 / Jn.3:5-8 / Filp.3:3 / Jn.3:5-8 / Gal.5:16-26). Con un corazón cambiado queremos y podemos obedecer los mandamientos de Dios (Rom.5:5 / Rom.6:17).
Dios purifica nuestro corazón por medio de la sangre de Cristo (Hebr.10:22) y pone sus leyes en nuestro corazón; eso hace la diferencia (Hebr.8:10). Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, aceptamos humildemente la Palabra de Dios, que es sembrada en nuestros corazones, volvemos a Dios, entonces veremos la salvación de nuestras almas (Stg.1:21 / Hch.2:38-41). Si Cristo habita en nuestros corazones, si hemos nacido de nuevo por la gracia de Dios, y solo así, brotará de nuestro interior el amor y la vida de Cristo (Ef.3:17 / 1Tim.1:5). Podemos vivir una vida diferente porque Él da el querer como el hacer. Él es ahora el motor que nos impulsa a hacer lo que a Dios le agrada (Filp.2:12-13 / Hebr.13:21).
ASÍ QUE: Primeramente, debemos someter a Dios nuestras vidas para ser salvos y ser nuevas criaturas creadas en Cristo para buenas obras (Ef.2:1-10 / 2Cor.5:17). No endurezcamos el corazón cuando Dios nos quiere hablar o tratar con nosotros para traer cambios de corazón (Hebr.4:7). Alejémonos de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en nuestros corazones (1Jn.5:21). Cuidemos que nuestra lealtad no esté dividida entre Dios y el mundo (Stg.4:8). El escritor de Proverbios nos hace el llamado: “Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida” (Prov.4:23) NTV – (Prov.23:19).
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna” (Sal.139:23-24).
¿Queremos cambiar de fondo una sociedad? Entonces la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios es clave. Ella hace que una persona nazca de nuevo y que su corazón sea cambiado en Cristo Jesús para hacer buenas obras (2Cor.5:17-21 / Gal.6:15 / Ef.2:10 / Ef.4:24 Lc.24:47 / Hebr.13:21 / Col.3:10 / 2Tim.3:16-17).
Reflexión
[1] Según este estudio, ¿cuál es la crítica principal a la idea de que más, o menos, leyes pueden resolver los problemas éticos y morales en la sociedad?
[2] ¿Qué argumento presenta el autor sobre la insuficiencia de las leyes, ya sean seculares o religiosas, para cambiar el comportamiento humano fundamentalmente?
[3] ¿Qué analogía se utiliza en el artículo para ilustrar la importancia de la transformación interna en lugar de simplemente imponer reglas externas?
[4] Según el texto, ¿cuál es la raíz del problema ético y moral en la sociedad, y cómo se aborda esa raíz de acuerdo con los postulados expresados?
[5] ¿Cuál es la solución propuesta en estos apuntes para cambiar de fondo una vida y una sociedad y abordar los problemas éticos y morales? ¿En qué se basa esta solución?
Mis apuntes
La Oración y la Autoridad de los Hombres en la Biblia
“Por tanto, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones” (1 Timoteo 2:8, NBLA)
La Poderosa Práctica de la Oración
En su primera carta a Timoteo, el apóstol Pablo nos da un mandato profundo y transformador que toda iglesia debe tomar en serio: comprometernos en oración por la salvación de todas las personas (1 Timoteo 2:1-8).
Liderazgo eclesial – guiar a la adoración
Entre todas las funciones que debe cumplir la iglesia del Nuevo Testamento, tales como la predicación, la enseñanza, la evangelización, la comunión entre los hermanos, el servicio a los necesitados, etc., no debemos olvidar que la verdadera adoración debe ocupar el lugar predominante en nuestra vida personal y en la vida de la iglesia.