Reacciones

(Lucas 2:34-35, NTV).

“Entonces Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre del bebé: «Este niño está destinado a provocar la caída de muchos en Israel, pero también será la alegría de muchos otros. Fue enviado como una señal de Dios, pero muchos se le opondrán. Como resultado, saldrán a la luz los pensamientos más profundos de muchos corazones, y una espada atravesará tu propia alma»”

La forma en que respondemos al llamado de Dios revela mucho sobre nuestro corazón. Las Escrituras nos muestran ejemplos claros de cómo distintas personas reaccionaron ante la llegada de Jesús al mundo. Algunos se sintieron amenazados, otros fueron indiferentes, mientras que otros respondieron acercándose a Dios con humildad y adoración. ¿Cómo hemos respondido y cómo vamos a responder nosotros? ¿A cuál de las categorías queremos pertenecer?

[1] Herodes: El temor y la oposición activa (Mateo 2:1-12; Salmo 2:1-3)

Para Herodes el nacimiento del Rey de los judíos, de Jesús, fue una amenaza para su propio reino y control. Él entonces tomó medidas drásticas al ordenar la muerte de los niños en Belén. Su corazón estaba lleno de temor, inseguridad y orgullo, y su oposición a Dios fue violenta. Como dice el Salmo 2:1-3, las naciones y sus líderes se rebelan contra el Señor, pero sus planes nunca prevalecerán. ¿Hay áreas en nuestra vida donde tratamos de mantener el control, resistiéndonos a la autoridad, al amor y a las misericordias de Dios?

[2] Los fariseos: La indiferencia y la religiosidad vacía (Mateo 2:1-12)

Los fariseos, a pesar de conocer las Escrituras y saber dónde nacería el Mesías, no buscaron confirmar las noticias de los sabios del oriente. Ellos mostraron más bien indiferencia al llamado de Dios, y más tarde, cuando Jesús comenzó su ministerio, lo cuestionaron, lo atacaron y, finalmente, conspiraron para crucificarlo (Mateo 12:22-24; Mateo 21:23-27). La indiferencia hacia Dios puede ser tan peligrosa como la oposición abierta. La religiosidad vacía, sin un verdadero deseo de buscar a Dios, de someterse a Su reinado y de vivir según la constitución del reino de Dios (Mateo 5 a 7), nos aleja de Su propósito. ¿Estamos cómodos con una religiosidad superficial, con cumplir con algunos ritos y tradiciones sin Jesús en el centro, o estamos realmente buscando a Dios?

[3] Los sabios de Oriente: La búsqueda y la adoración genuina (Mateo 2:1-12)

Los sabios de Oriente marcaron la diferencia. Ellos viajaron largas distancias con el deseo genuino de encontrar y adorar al Rey de los judíos. Ellos no permitieron que la incomodidad y los desafíos del largo viaje los detuvieran. Llegaron con regalos y se postraron en adoración ante el Rey. Su ejemplo nos enseña que buscar a Dios requiere intencionalidad, sacrificio, humildad y entrega total. La verdadera adoración nace de un corazón que reconoce a Jesús como Rey y se rinde completamente a Él. ¿Estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos para adorar a Dios, sin importar el costo? (Mateo 19:16-22; 22:36-40; Hebreos 11:24-26; 13:15-16; Lucas 9:23-24; Romanos 12:1-2; Filipenses 4:18-19).

[4] Zacarías: La duda y la soberanía de Dios (Lucas 1:5-25, 57-80)

Zacarías no es parte de la historia en Mateo 2:1-12. Sin embargo, representa otra reacción a lo que Dios está por hacer. Él es parte de la historia inmediatamente antes de la venida de Jesús. Al escuchar Zacarías, a su edad avanzada, que su oración por un hijo sería contestada en breve, dudó del mensaje del ángel: “¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto?” (Lucas 1:18-22). Aunque su incredulidad tuvo consecuencias personales (quedó mudo y posiblemente sordo), no detuvo los planes de Dios. Esto nos recuerda que nuestras dudas no alteran el poder y la soberanía de Dios. Aunque nuestras dudas puedan limitarnos, Dios sigue siendo fiel a Su propósito. Me pregunto: ¿Estamos permitiendo que nuestras dudas limiten nuestra obediencia o confianza en Dios? (Mateo 14:22-36; 8:26; 16:8; 17:20; Santiago 1:6-8).

Conclusión

Al considerar estas diversas reacciones al llamado de Dios, nos tenemos que preguntar: ¿Cómo vamos a responder al llamado de Dios en nuestra vida? Cada persona tendrá que elegir cómo es que se va a acercar a Dios. La forma en que elegimos acercarnos a Dios va a definir nuestro caminar espiritual y nuestro futuro eterno. La historia nos enseña que la búsqueda genuina y la adoración sincera son las que realmente transforman nuestros corazones (Mateo 6:33; Isaías 55:6; Hechos 17:27; Sofonías 2:3).

Dios nos está invitando a dejar atrás el temor, la indiferencia y la duda, y a abrirnos a la soberanía y el amor de Dios. Al final, la pregunta persiste: ¿estamos dispuestos a seguir el ejemplo de los sabios y a rendirnos totalmente ante el Rey? La decisión la tenemos que tomar personalmente. Que nuestras vidas sean una ofrenda de adoración y obediencia al Rey que vino al mundo a salvarnos. Amén.

Reflexión

  1. ¿Hay áreas en su vida donde siente que está resistiéndole al control y a la soberanía de Dios, como Herodes lo hizo al ver en Jesús una amenaza? ¿Está luchando contra la voluntad de Dios en lugar de rendirse a Su amor y misericordia?
  2. ¿Está viviendo una religiosidad superficial, cumpliendo solo con tradiciones y ritos, o realmente está buscando una relación genuina y transformadora con Dios?
  3. ¿Qué está dispuesto a sacrificar o entregar para buscar y adorar a Dios, como lo hicieron los sabios de Oriente? ¿Qué obstáculos están frenando su adoración sincera y cómo puede superarlos para rendirse totalmente a Dios?
  4. ¿Está permitiendo que sus dudas limiten su obediencia a Dios, como le ocurrió a Zacarías? ¿Cómo puede fortalecer su fe para confiar en que Dios cumplirá Sus promesas, a pesar de las circunstancias que enfrenta?

Mis apuntes

La Poderosa Práctica de la Oración

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En su primera carta a Timoteo, el apóstol Pablo nos da un mandato profundo y transformador que toda iglesia debe tomar en serio: comprometernos en oración por la salvación de todas las personas (1 Timoteo 2:1-8).

Liderazgo eclesial – guiar a la adoración

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Entre todas las funciones que debe cumplir la iglesia del Nuevo Testamento, tales como la predicación, la enseñanza, la evangelización, la comunión entre los hermanos, el servicio a los necesitados, etc., no debemos olvidar que la verdadera adoración debe ocupar el lugar predominante en nuestra vida personal y en la vida de la iglesia.

Liderazgo eclesial – Embajadores

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