Liderazgo Eclesial: Embajadores

(2 Cor. 5:20-21, LBLA)

“Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él”

Jesús, el GRAN PASTOR, tiene una pasión sin medida por aquellas ovejas que andan perdidas y sin pastor. De hecho, Su venida a esta tierra estaba completamente enfocada en buscar y salvar al perdido (Lucas 19:10). Así como Jesús fue enviado por el Padre celestial, Él ahora nos envía a nosotros al mundo (Juan 20:21; Marcos 16:15). Dios no desea que nadie se pierda, sino que todos lleguen al conocimiento de la verdad y sean salvos (1 Timoteo 2:1-4). Como personas que hemos experimentado Su amor y poder, Él nos envía a proclamar a otros cuán grandes cosas ha hecho en nosotros (Marcos 5:19; Hechos 1:8; Mateo 28:18-20; Hechos 22:15).

La humanidad está perdida, separada de Dios, vagando por la vida sin Él, condenada a morir y a perderse eternamente (Romanos 3:23; Eclesiastés 7:20; Gálatas 3:22). El pastor y líder, junto con todo creyente en Cristo, ha sido enviado a buscar al perdido y ofrecerle la salvación en Cristo: esta es la tarea encomendada (Mateo 9:35-38; Mateo 28:18-20; Juan 15:16). Jesús nos llama a levantar nuestra mirada y ver los campos que están listos para la cosecha (Juan 4:35; Lucas 10:2). El Evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que cree (Romanos 1:16-17). CRISTO ES EL CAMINO: nosotros señalamos el camino a los perdidos. CRISTO ES LA VERDAD: proclamamos la Verdad a los perdidos. CRISTO ES LA VIDA: compartimos la Vida con los perdidos.

El APÓSTOL PABLO escribe a Timoteo, un líder emergente, que no se avergüence de compartir con otros acerca de Cristo, quien nos salvó por gracia y nos llamó a vivir una vida santa (2 Timoteo 1:8-10; Salmo 119:46). Porque tememos a Dios, persuadimos a las personas a acercarse a Él para ser reconciliadas con su Creador (Hechos 28:23; 2 Corintios 5:11, 19-20).

El líder, al igual que todo creyente cristiano, es EMBAJADOR DE CRISTO (2 Corintios 5:20): “Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!” (LBLA). Ser embajador de Cristo es el mayor honor que alguien puede recibir y representa una tarea privilegiada. El embajador del Señor pertenece a Cristo, quien lo ha enviado. El embajador ha sido comisionado para cumplir su misión, viviendo para los propósitos y planes de quien lo envió. Este embajador posee la autoridad y el poder de Cristo (Hechos 1:8), y no se presenta a sí mismo, sino que proclama el mensaje de Cristo, no el suyo (Salmo 126:5-6). El embajador de Cristo está llamado a ser testigo de Cristo en todo el mundo: en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra. Esta es la visión de Dios, una visión amplia que incluye a toda nación, tribu y lengua (Hechos 1:8).

El APÓSTOL PEDRO nos exhorta a estar siempre listos: “…siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15, LBLA).

Reflexión

[1] ¿Cómo podemos ser embajadores efectivos de Cristo en nuestro entorno diario? ¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que puede compartir el mensaje de reconciliación con aquellos que le rodean?

[2] ¿Qué áreas de nuestra vida podrían estar impidiendo que cumplamos con nuestra tarea de buscar y salvar a los perdidos? ¿Qué distracciones o miedos dificulten su disposición para compartir el Evangelio?

[3] ¿De qué manera podemos alzar nuestra mirada y ver los “campos listos para la cosecha” en nuestro contexto? ¿Qué personas o comunidades cercanas a usted están en necesidad de escuchar el mensaje de salvación?

[4] ¿Qué pasos prácticos puede tomar esta semana para vivir más enfocado en los propósitos y planes de Dios como embajador de Cristo? Considere acciones concretas que pueda realizar para representar mejor a Cristo en su vida diaria.

Mis apuntes

La Poderosa Práctica de la Oración

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En su primera carta a Timoteo, el apóstol Pablo nos da un mandato profundo y transformador que toda iglesia debe tomar en serio: comprometernos en oración por la salvación de todas las personas (1 Timoteo 2:1-8).

Liderazgo eclesial – guiar a la adoración

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Entre todas las funciones que debe cumplir la iglesia del Nuevo Testamento, tales como la predicación, la enseñanza, la evangelización, la comunión entre los hermanos, el servicio a los necesitados, etc., no debemos olvidar que la verdadera adoración debe ocupar el lugar predominante en nuestra vida personal y en la vida de la iglesia.

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