La comunión de los unos para con los otros
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch.2:41-42) RV 1995.

La iglesia del Nuevo Testamento, una iglesia en movimiento, no es una mera asociación humana que comparte los mismos intereses y creencias; ella es un asunto soberanamente constituido por Dios.
La iglesia cree y enseña que los seguidores de Jesús se necesitan mutuamente. El mensaje de Cristo lleva a la gente a una relación íntima con Dios Padre, pero también lleva a los convertidos a una relación edificante de los unos para con los otros (Rom.15:7 / Mt.10:40 / Mr.9:37 / 1Jn.1:1-10).
El Evangelio no es un asunto meramente personal, también tiene un asunto social y de comunidad (2Cor.13:14 / Filp.2:1 / Ef.4:3). Abrazar el Evangelio es entrar a ser parte de una comunidad en la que se desarrollan relaciones interpersonales sanas, donde se practica la responsabilidad de los unos para con los otros y por medio de la cual fluye el ministerio al mundo (Ef.4:7-16).
La palabra “KOINONIA” (comunión) habla de tener cosas, intereses y valores en común; de compañerismo; de una asociación cercana, de ayuda mutua. Es lo contrario a una vida solitaria o totalmente independiente de la comunidad de los hermanos de la fe (Heb.10:24-25 / Heb.13:16 / Rom.15:26 / 2Cor.8:4 / Gal.2:9 / 1Jn.1:7).
Al creyente cristiano le conviene estar conectado con una comunidad cristiana para así poder crecer y servir junto a otros (Gal.6:2,10 / Rom.12:10 / 1Cor.14:26). Los dones desarrollan su potencial cuando se usan en la comunidad (1Cor.14:12,26 / 1Cor.12:8-10 / 1Tes.5:11). Los cristianos son gente de comunidad (Ef.2:19). Nos necesitamos los unos a los otros para crecer y madurar como cristianos (Ef.4:15-16). Cuando estamos conectados en una comunidad cristiana, nos podemos exhortar los unos a los otros a permanecer firmes en los caminos del Señor y nos motivamos los unos a los otros a realizar actos de amor y buenas obras, somos edificados (Hebr.10:24-25 / 1Cor.14:26). La comunidad cristiana es un buen lugar para confesar pecados y recibir ayuda para ordenar la vida (Stg.5:13-16). La alabanza comunitaria nos fortalece, es un medio para permanecer llenos del Espíritu Santo (Ef.5:18-19 / Hch.16:25). La comunión nos sirve para enseñarnos y hacer que la Palabra habite abundantemente en nosotros, para practicar el amor y el interés mutuo, y para amonestarnos (advertir) los unos a los otros a ser fieles a Dios (Col.3:14-17).
La iglesia en movimiento es una comunidad que tiene una común relación con Dios y con el cuerpo de Cristo, al cual está unida por el Espíritu Santo en amor. Ella practica la comunión sana de los unos para con los otros —esta es una relación que va mucho más allá de solo reunirse para celebrar un rito o un culto religioso. Ella implica la participación, el compartir y el compañerismo fundamentado en el Evangelio. El centro es Cristo. Vivir en la luz es esencial (1Jn.1:3-7) para el desenvolvimiento de las dinámicas bíblicas de relación de los unos para con los otros. Es así como funciona el cuerpo de Cristo debidamente, se edifica, crece espiritualmente y cumple como equipo con la tarea encomendada, predicando las Buenas Noticias acerca de Cristo en todo el mundo, en el poder del Espíritu Santo
“Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Escribimos estas cosas para que ustedes puedan participar plenamente de nuestra alegría. Este es el mensaje que oímos de Jesús y que ahora les declaramos a ustedes: Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Por lo tanto, mentimos si afirmamos que tenemos comunión con Dios pero seguimos viviendo en oscuridad espiritual; no estamos practicando la verdad. Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1Jn.1:3-7) NTV.
Reflexión
[1] ¿Cuál es la lección más importante que ha aprendido al estudiar este mensaje?
[2] ¿Cuál es el área en su vida que requiere ahora de trabajo, de cambios, de atención? Sea específico.
[3] ¿Qué pasos específicos va a dar para aplicar las lecciones aprendidas durante este mensaje? ¿Cuándo lo hará?
[4] Concluya sus reflexiones anotando una declaración de compromiso:
[5] ¿Cómo puede orar la iglesia (el grupo) por usted considerando las lecciones que aprendió?
Mis apuntes
Desiertos – sus propósitos divinos (Dt.8:2-6)
Los desiertos, en un sentido espiritual, se refieren a períodos o situaciones difíciles y desafiantes que una persona puede enfrentar. Estos desiertos se pueden caracterizar por ser tiempos espiritualmente secos, faltos de visión y faltos de inspiración. ¿Cómo entenderlos?
Un hombre sufriente escribe a sufrientes (2Cor.1:3-11)
Un hombre sufriente escribe a sufrientes (2 cor. 1:3-11)Los sufrimientos siempre son un desafío. No importa si es una enfermedad, un accidente, una tragedia, la pérdida de un ser querido, un abuso, una tormenta, una época difícil o desértica o la misma muerte, siempre...
Juan el Bautista -líder al estilo de Jesús (Mt.3:1-17)
Uno de los grandes ejemplos bíblicos de liderazgo, y quien lideró al estilo de Jesús, es Juan el Bautista. De él se dice que fue el profeta más grande (Mt.11:11 / Lc.7:28). Su actitud frente a los logros y a la tentación a considerarse alguien grande delante de la gente nos enseña grandes lecciones para un liderazgo que marca la diferencia y que tiene la marca de un carácter de siervo.