Zaqueo, jefe de los cobradores de impuesto
(Lea: Lc. 19:1-10)
Si no fuera por Jesús, entonces Zaqueo no tendría esperanza ni salvación. Zaqueo era pecador, estafador, corrupto, traidor a la patria, despreciado, marcado por la sociedad, y del cual se prefería guardar un cierto distanciamiento social. Y quien se acercaba a él para ayudar era cuestionado – ‘el que tiene discernimiento no se sienta a comer con semejante escoria’, decían los que se creían buena gente (Lc.19:7 / Lc.5:30 / Lc.7:39). No había quien le diera una mano a Zaqueo.

Zaqueo era un hombre rico, pero con un vacío interno. Había escuchado de aquel quien recibía a los desechados y a los pecadores, quien sanaba a los enfermos y liberaba a los endemoniados, y quien predicaba la Buena Noticia. Al pasar Jesús por su ciudad se preguntaba si este le podría dar una mano. ¿Será que Jesús le podía dar una luz de esperanza, calmar la sed que tenía por ser perdonado y ser amado?
Sin embargo, había demasiados impedimentos para acercarse a Jesús – la multitud de gente que lo alejaba a empujones y patadas; y su cierta limitación física no era favorable. Hasta que vio un árbol a donde treparse y así ver de lejos a aquel quien es tan diferente.
Como si tuviera un radar especial, Jesús ve a Zaqueo escondido entre las ramas del árbol, lo llama por su nombre y se invita a pasar el día en la casa de este desechado – esto lo hace Jesús a pesar de las críticas, los cuestionamientos y las falsas acusaciones de la gente.
La luz llegó a la casa de Zaqueo. El amor, la aceptación y el perdón sincero nunca vivido caen sobre él como un balde de agua refrescante. Este baño de amor hace en Zaqueo lo que ninguna ley ni los reclamos ni las patadas pudieron hacer – él inmediatamente procede a ordenar su vida radicalmente.
En fiel cumplimiento a Su Misión, Jesús se metió en la casa del perdido, y del cual todos guardaban distanciamiento social -para traer salvación (Lc.19:10).
oremos
SEÑOR, tú me llamas a seguir tus pisadas. Ayúdame a ver la gente como tú la ves. Ayúdame a no ser un impedimento en el camino para los que te buscan. Ayúdame a amar como tu amas. Ayúdame a ser alguien quien siguiendo el camino de la cruz le da una mano a aquellos que lo requieren y a llevar el mensaje de la vida a los ‘Zaqueos’ de hoy día.
Reflexión
[1] ¿Cuál es la lección más importante que ha aprendido al estudiar este mensaje?
[2] ¿Cuál es el área en su vida que requiere ahora de trabajo, de cambios, de atención? Sea específico.
[3] ¿Qué pasos específicos va a dar para aplicar las lecciones aprendidas durante este mensaje? ¿Cuándo lo hará?
[4] Concluya sus reflexiones anotando una declaración de compromiso:
[5] ¿Cómo puede orar la iglesia (el grupo) por usted considerando las lecciones que aprendió?
Mis apuntes
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Uno de los grandes ejemplos bíblicos de liderazgo, y quien lideró al estilo de Jesús, es Juan el Bautista. De él se dice que fue el profeta más grande (Mt.11:11 / Lc.7:28). Su actitud frente a los logros y a la tentación a considerarse alguien grande delante de la gente nos enseña grandes lecciones para un liderazgo que marca la diferencia y que tiene la marca de un carácter de siervo.